"A mis hijos muertos y tullidos" - Agustín Caldaroni
Sentir grosero el pelo encarnado de la poesía y el amor
que solo quiere hacer volar cerdos y dinamitar mariposas.
Hijitos míos no me lloren ni perdonen
si soy yo quien los ignoro y niego hermanitos.
Lo intenté, lo juro, pero no salen más que adefesios, o muertos
resultado de callejones etílicos, de la lágrima contenida.
Consejo: no hacer hijos con el pechito ahogado.
Pichoncitos de papi, preciosos hijos del despecho,
ladradores de gallinas en el crepúsculo,
carneros descarnados por la yegua mágica, la puta hermosa,
trenzadora de ámbar con la carroña. ¡Te amo volvé!
Si almitas mías, cazado con-por una zorra
traga leche marmolada de príncipes poetas
nunca vagos poetas u obreritos de historietas,
por suerte a veces aparento príncipe aunque soy obrerito vago.
Fuimos felices.
Yo: por novio soberbio, ostentoso caminante diurno del barrio,
escudo romano el pecho, mirada de pichón cubano.
Ella: porque si la razón ilustrada engendra monstruos
la miseria del barrio amores idiotas.
¡Que verano! Recuerdo como le daba pija arriba de una LC 288
-del tipo turbo jet con vapor y calor- (yo dormía en el útero de una zapatería).
Ella se hinchaba de color púrpura, para largar después
un chorro vaginal como un relámpago áureo
desde un agujerito mágico e invisible.
Yo agradecido por el milagro fisiológico-literario.
Después de visitarme tantas noches con un vinito bajo el brazo
y amarnos con el calor del sueño de las máquinas
dejó de visitarme esta ninfa culeadora de Villa Insuperable.
Y ahora los llevo huerfanitos en mi morral por el barrio,
cauteloso, como si fueran bombas de hidrógeno o el fiambre de un niño.
No es fácil ser poeta en el barrio, aunque no tanto como querría.
De vez en cuando dicen que soy un puto, o que me voy a cagar de hambre,
nada grave, antes era peligroso ser poeta, los envidio
¿Qué poeta no desea humillaciones dignas de tinta?
Vouyerista de mi propia vida para enlechar poemas que no salen,
pero no se preocupen chiquitos que tal vez de tanto recuerdo
ella me visite hoy y les de un hermanito.
Autor: Agustín Caldaroni – Talleres particulares de Fabián San Miguel.
Etiquetas: agustin caldaroni, hijos, muertos, tullidos
1 comentarios:
muy bien, Caldaroni !
gustome tu texto, tus palabras.
supongo que bellos son tus recuerdos de tanta poesía y..... acto amoroso. y Viceversa, claro.
Me recuerda un poco a Cucurto....
Ah. Fabián, pienso volver a tu taller de Belgrano !
Pero surgió un tema por unas dos semanas, prometo explicar.
Abrazo, LN ó JK.
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